miércoles, 28 de marzo de 2012

El amor indescriptible de María

A María Inés:

Los péndulos van y vienen sin cesar, como las personas, nos cruzamos frecuentemente y luego nos alejamos. No interesa, seguimos nuestra consigna: ir y venir en el tiempo, que es vivir, vivir, vivir!
Hay un momento en que las personas dejamos de ser péndulos que van y vienen. Es la pasión. Es reconocer a otro péndulo. Y detener el tiempo.

Hoy me he detenido por ti, María Inés.
Te he comenzado a mirar. Desde la cabellera hasta la punta de los pies. Los dedos de tus manos también y otras cosas que miramos los hombres cuando nos interesa en verdad una chica: los ojos y lo que ellos dicen, por ejemplo. Y te he mirado desde fuera y desde adentro. Te he escuchado, desde los años pasados y a veces desde el futuro.

¿Que puedo decir? Eres una mujer. Como muchas, como todas en el mundo. Como muchas que he conocido. Pero ahora veo a María Inés. Y me gusta María Inés. Me gustas. Y te quiero.

Y por eso he escrito esta carta. Como un animal que espera sentir de nuevo el calor de la primavera. Como quien canta.

Y ahora a esperar, que es lo dramático del asunto, pero bien, todo bien creo yo, entre nosotros. Verás, para mí hay algo seguro y es que dentro de ti habita el amor. Lo he visto en ti todo este tiempo y lo he escuchado de tu cuerpo. Eso me basta, pues es para mí lo más importante. Y por eso te invito a que me des un tiempo, a darnos un tiempo, y así recibir la primavera, juntos.

(setiembre, 2008)

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María Inés:

Me alegro de haberte conocido
Me alegro de haberte visto
Me alegro de haberte mirado
Me alegro de haberte tomado de la mano
Me alegro de sentir el amor y su impulso junto a ti
Me alegro de haberte soñado
Me alegro de la playa y de tu cintura
Me alegro de conocer la tibieza de tu piel
Me alegro de tus ojitos y de tu "cuídate mucho"
y de tu presencia
Como verás, todo lo tuyo es alegría en mí y por eso quiero ser tu compañero, quiero acompñarte y que me acompañes, darte la seguridad que necesitas, la fuerza para cuidarte, la libertad que buscas, la mano que te lleve, la vida eterna, el complemento a tu vida de mujer. Quiero ser tu hombre, María. Quiero serlo y darte todo.

Tu sonrisa está aquí en mi corazón y quisiera tenerte siempre junto a mí. Soy un hombre y me eres preciosa ¿Cómo no he de protegerte y dar la vida por ti? Si mi destino natural, mi guía, mi deseo es tener una familia ¿Cómo no he de luchar por tener a la mujer más hermosa como compañera? Llevo tu sonrisa en mi corazón, cada día, como el sol.

Sé que he puesto mis ojos en ti, sé que tú no lo has buscado, pero si guardas algún sentimiento hacia mí, déjalo crecer, no tengas miedo, no temas abrir tu corazón hacia mí, déjame estar a tu lado. Este mundo es a veces injusto, terrible, pero aún así es increíblemente hermoso y quiero estar contigo para disfrutarlo. Cuando hay mujeres con amor, cuando hay hombres con fuerza, cuando hay niños, el mundo es hermoso y lo seguirá siendo siempre. Te amo, María Inés.

(Mayo, 2009)

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María Inés, estoy comenzando a escribir una obra llamada ausencias (...).

Te quiero decir también que he estado pensado en ti, que este invierno mediocre me cansa el alma, que estos días estoy realmente deprimido y que mi voz desde anteayer se ha vuelto débil como la de una vieja. (...) Tengo miedo, María, de lo que pueda pasar. Tengo miedo de que lo "bueno" que soy no sirva para nada. Me tienta ser malo. (...) Una mujer me quitó la felicidad al irse con un "amigo" mío hace dos años. Me hubiera gustado que tú me devuelvas esa felicidad, y en cierta formas lo has hecho, pero tal vez no eras para mí o como dices, tenemos destinos diferentes. Pero ¡vaya que extraño estar contigo! Sólo estar, como siempre. (...)

Tú eres una buena mujer, aunque no te gusta que te lo diga ¡qué sé yo qué otras cosas que te he dicho o he hecho te han disgustado! Pero soy terco mira, cholo tercazo, y así te repito que eres buena. Y si me enamoré de ti fue por eso. Me dices que solo conozco la parte buena de ti, que no conozco tu lado malo. Todos tenemos uno (...) Tú eres María Inés. Una mujer con el eros a flor de piel (y con el tánatos al anverso), como todas, todas bellas mujeres. No importa si eres buena estudiante o mala estudiante, si eres hetaira o profesora, o poeta, insaciable, borracha, nerd, tigre, mujer, niña, vieja, romántica, positivista-neoliberal, qué sé yo... A mí lo que me importó desde que te conocí no es el verbo "ser" sino el verbo "estar". "María Inés está en el salón", "María Inés llegará tarde, estará a las 5pm". "María Inés está en el baño, ya viene", María Inés está, esta realidad es suficiente para que todo vaya bien (...).

¿Recuerdas la noche en que vimos Cordón Umbilical de Concoloncorvo? Esa noche estabas especialmente hermosa. Tomamos té con tu hermano y te tomé una foto. De regreso te di una hojita. Pero ya ves que desde entonces no me he hecho querer. La verdad que soy un bruto para eso... o es el ímpetu de querer estar contigo. Pero hoy que escribo esta carta estoy muy bajoneado. Hoy estoy realmente frío (...). Mientras tanto te miro y te acaricio. Te admiro en silencio. Admiro tu verdad, la fuerza de tu fidelidad, tu inocencia. Eres tan inocente, María Inés: aún conociendo todo lo malo que hay en el mundo, sigues amando. A aprender de ti.

(Agosto, 2009)

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Los sueños no deben nacer de los miedos, me dijiste ayer....... Lo siento, pero así como lo que no nace no crece, así como un árbol no se esfuerza en dar sus frutos, así como no hay que pedirle peras al olmo; así como lo que Dios no lo da, Salamanca no lo presta...