viernes, 1 de mayo de 2009

Agüita de socorro


Luciana Angélica, yo te bautizo en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Y se vació cuidadosamente sobre su cabeza toda el agua bendita que traje en la botella de coca cola desde la iglesia La Merced, donde la reparten en un balde rojo de 50 litros y cada uno tiene que servirsela por el cañito, es decir agua bendita autoservicio, lo máximo!

¿Para qué es eso?
Es para que no se asuste, dijo la abuela, para que no venga el diablo.

Digo yo, para que aguante todo con mas resignación, ¡estás viva, ya fue, de nada te sirve el miedo ahora, pequeña! Eres tus ojitos, tu boquita, tus pequeños pies, nadie te puede venir a molestar la vida porque gracias a Dios tienes un par de madres abnegadas, tu padre es un buen niño, y llegaste a esta casa a sacar a todos del aburrimiento. Y a mí, a mí me has dejado boquiabierta de tan chiquita que eres que tu cabeza es del tamaño de mi palma, de tan apresurada por vivir porque ni te esperaste a los 9 meses, saliste a los 7 nomas. Y cuando naciste tu sangre era extraña, tu eras amarilla arriba y roja abajo, toda peluda. Y a mí me pidieron que te traiga agüita de socorro para que ya no llores tanto por las cosas de este mundo. Para que selle tu nombre sobre tu cabeza, sesos, mollera, alma, para que simbolicemos tu existencia entre nosotros. Te quiero, ¿sabes? eres como un cuento en la cabeza, la génesis de un cuento antes de escribirse. He visto la palma de tu mano y tu línea del destino está casi indefinida, eres un alma nueva viviendo una de las primeras aventuras, saltando vienes, casi corriendo ¡qué 9! ¡me gusta más el 7 que es de la suerte!

¿Tengo derecho yo de traerte socorro, de darte la bienvenida líquida simbólica, de decir tu nombre con fuerza entrañable por primera vez? Mientras lo hacía pensaba si no era muy poca mi existencia para tener tal honor, si no era lo suficientemente ordenada, limpia, consciente... Inocente sólo tú, lo hice deseándote una vida feliz, nada más, tan feliz como mi mano vaciando agua sobre tu cráneo incompleto. Sí, creo que es esa agua la que estaba reclamando yo hace tiempo, no tiene que salir de un balde rojo y medio sucio necesariamente, puede ser agua de ducha, agua de lluvia o garúa de verano o, la que más me fascina, agua de mar, que cuando la veo sea la hora que sea me entran unas ganas atroces de descalzarme y sentirla, gotas saltarinas en las piernas, recoger piedras casi redondas, casi perfectas, de su orilla y llevármelas a casa como sujetapapeles.

Mi bendición la tienes con mucha voluntad, espero que te sirva mucho. Tu denuncia la he acatado como una sierva aprendiz de misterios: tu mano en mi dedo, lo sé, no tienes que decirme más, todos estamos perdonados. Bienvenida seas.

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