lunes, 16 de mayo de 2011

Exhibicionista busca voyeur


Como un rompecabezas, como los dientes dentro de la marca que dejan sobre la carne, como unir los dedos de ambas manos, cada dedo abriéndose camino entre los otros para formar el tejido de lo que cabe y es perfecto cuando se une. Podría estirar los brazos hacia adelante y esperar que el espacio me trague convertida en agua con ansias de contenerse dentro de una botella, calzar en algún sitio, ser consumida. Flotar como vapor es divertido, pero los perfiles están construidos para aterrizar dentro del mar de los rostros y buscar uno que coincida con los agujeros, elevaciones, pómulos, puntas propias. Todo lo mío está hecho para coincidir con lo tuyo, para crear la maravilla.
Solo fue ver, estabas ahí, decidiste aparecer por fin. Cuando no había nadie en mi cuarto más que yo, recostada en la cama en plena tarde, miraba hacia el techo blanco, hacia las paredes, en silencio. Los sesos eran unos facinerosos mercachifles que me vendían ideas banales: podrías ganar el próximo juego de lotería que compres, un terremoto en este preciso momento te haría arder por dentro de la emoción, cuando te gradúes serás feliz, has visto qué silencio, aceituna en la torta, recuerdo que ella dijo una vez que éramos parecidas, aceitunas en la torta, oscura y jugosa, ponte de pie de una vez y haz algo. Lo que hice fue abrir la boca, tanto que terminé abriendo los ojos, el tubito por donde salen las gotitas, el buzón de las palabras llenas de alarma: ¡Aparece, aparece de una vez, ya me cansé de esperarte! Ya no quiero estar acá, ni en este cuarto, ni en esta ciudad, ni en este país, ni en ninguna parte del mundo, ¡porqué me dejas acá sola, qué quieres que pruebe! ¿tengo que hacer más? ¿más? ¡Ya no quiero estar acá!, me quiero ir, de nuevo contigo para ver tu rostro, te extraño mucho… dios, amor, jesucristo, naturaleza… ¡no sé lo que mierda seas pero te quiero ver aparecer en este mundo, en este país, en esta ciudad, en este cuarto entre las paredes blancas que se verán oscuras si apareces!
Y te imaginaba como sé que eres, como ahora he comprobado que eres. Radiante. Con unos ojos enormes no de tamaño sino de ganas de verme a mí. Con las manos más lúcidas del mundo porque me toman fotografías a mí. Con el perfil perfecto, pestañas en forma de punta para calzar serenamente en los paréntesis vacíos que me hago al ser aceituna y no torta. Y bailo y me entrego porque sé que me estás mirando, sé que estás de pie frente a mí, encantado, como si fuera yo la aparecida del cuarto, yo la que hace oscurecer las paredes blancas, yo la que tú llamas radiante, la que extrañas si no estás mirando.
El amor es lo que es el amor para el otro.


Personal Jesus, Depeche Mode.


Imagen: Alex Grey.

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