Lo más encantador es que yo puedo ser cualquier persona y tú puedes ser cualquier cosa. Excepto algo abstracto, claro. Necesito tocarte, sentirte electrizando mis nervios y respondiendo a la vehemencia de mis sentidos. No comprendo otra forma de conectarse con alguien o con algo. No importa si eres un objeto que solo reacciona en mi imaginación, basta un objeto que me dé seguridad. Ya estamos hechos, conmovidos, uno junto al otro. ¿Qué te parece? Puedo tener tus mejillas entre mis dedos, tenerte a ti encima del pecho o en mis ojos y que todos nos miren sonreír cuando caminamos juntos, entrelazados, más vivos gracias a la vida del otro.
¿No es lindo? Soy, por ejemplo, una desquiciada cuyo único objetivo es mantenerse joven, joven y bella por los siglos de los siglos; por eso idolatra las cremas rejuvenecedoras. O cuida su figura con alimentos saludables como los champiñones, panes integrales, tecitos de mate, yogurt probiótico. ¿Qué cuficufi podría acompañar a alguien así? ¡Un gato, por supuesto!, un gato para acariciar, o mejor aún un montón de gatos para acariciar. Una gatita hermosa en la cual reflejar toda mi belleza. Mi gatita, mi ñiñiñiñi…
O puedo ser alguien que en el fondo de su corazón anhela ser un gran escritor pero cuya circunstancia lo hace ser solo un coleccionista de libros, y rodeo mi cama de muchos libros, revistas, enciclopedias, diccionarios, grandes soportes de conocimiento, bellísimos objetos que me dan seguridad, estoy rodeado de palabras, de aquello que quiero construir. Mi librito, mi cosita…
Y la clásica, una mujer con las entrañas ardiendo, con el deseo ardiendo por un hombre; en un llano discurso lacaniano las mujeres son las típicas deseantes de aquella “cosita” que no tienen, por lo que se justifica su instinto materno. Para Lacan un hijo es para las mujeres no más que el reemplazo de la ausencia del falo. ¡Qué lindo tenerte acá conmigo bebé, tener tu olor a leche, tu cuerpecito en mi pecho, tu mirada de enamorado cuando abres los ojos y me lanzas la primera mirada del día! Es algo muy lindo, que Lacan diga lo que quiera, nadie me roba la ternura que me haces sentir. La plenitud que diste a mi vida. Mi bebito, mi cuficufi….
O simplemente, una mujer con su cartera sobre las piernas mientras va sentada en el asiento del copiloto. Una cartera de la que no quiere desprenderse poniéndola en los asientos traseros del auto, por más insistencia que el conductor ponga: ¿porque no pones tu cartera atrás? No gracias. Ponla atrás. No quiero, así estoy bien.
El sujeto insistente agarro la cartera y la puso atrás, la mujer se sintió extrañamente desprotegida y renegó. El hombre dijo: Todas las mujeres son iguales, parecen cortadas por la misma tijera, todas quieren su noninoni…
-¿Su noniqué…?
-Un objeto que les de seguridad
-¿noninoni?
-Tiene otro término en sicología, no me acuerdo…
-Su “noninoni”
-Su cosita, su cuficufi, su ñiñiñiñi….
Me pregunto si será sólo con las mujeres… No lo creo.
Es un secreto el ñiñiñiñi de cada quien... XD
Pero esta cancion es sobre otro secreto, para sonreir un rato. El tono de la risa tambien depende... (el final del video esssssssssss!!)
A proposito de Lacan, un poco de Freud, algo de histericas... :)
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verd...
Hace 10 horas
2 comentarios:
Seee... pero yo no, no quepo en ninguno, hmmm!!!
Y sí eres escritora, de las mejores. Todavía no te conocen, pues.
OHhhhhhhhh, graciasss!!!!! Puedes compartir algun post q te guste con tus amigos y enemigos, jejeje, para cambiar eso.
Y no soy la de los gatos o el de los libros, mi ñiñiñiñi es oooooootro!!!! jajaja
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