martes, 18 de mayo de 2010

Keke de Clemente Palma, Ser Amado y gotitas de Semana Santa (Segunda última tajada)


nuestros besos tenían entonces una extraña pureza, como si tradujeran el espíritu misterioso que animaba ese infinito abismo abierto encima de nuestras cabezas. Y nos desagradaban y nos avergonzaban los recuerdos impuros de nuestras locuras pasionales, de las exquisiteces y refinamientos en que nos desvanecíamos y aniquilábamos nuestra vida. En esos momentos nuestro amor era un culto: nos sentíamos impregnados del alma serena del Cosmos
¿Y qué te parece si después del té intercambiamos oráculos o fotos donde salgamos como amos del universo pero sin pedantería? Y en una fiesta sólo para los dos burlémonos de todo lo burgués, o sea de nosotros mismos, sujetos reposadísimos que toman su té de dieta y comen keke de plátano en la terraza cuando están de vacaciones todos los días del año… la burla es exagerar, es hacer de nosotros mismos al paroxismo, es fácil, es sencillo reírse cuando estás presente. Beber y comer bien como cualquier hombre sabio, la producción que alimenta ya está hecha en otro tiempo y a veces por otros seres (y si por nosotros mismos es una diversión). Adolescentes eternamente detenidos en la percepción de esa magia mundial que nos hacía llorar de tan existentes, sí, era verdad que éramos de carne y hueso con genitales a bordo del pecho siempre atento a servir, a amar el instante pequeño que abría las puertas multidimensionales de la felicidad ¡qué más podíamos hacer! ¡qué más! ¡si no había más porque ya te había encontrado! Y la pasión de “morir” contigo… Ser amado, tú eres mi semana santa…
Su cuerpo anémico había nacido para el amor burgués, metódico, sereno, higiénico, y no para el amor loco, inquieto y extenuante exigido por nuestros cerebros llenos de curiosidades malsanas…
Era muy flaco y pálido. Era un niño de manos femeninas y aspecto asustadizo aunque a veces quiera dárselas de hombre seguro –nunca de macho– simplemente de hombre que ha nacido en una familia constituida que no deja rastros de donde asirse para deducir el origen de su mentalidad trastocada pero maravillosa. Y sabía insultar, y sabía escupir y sabía dejarte en la nada. Sabía hacerse pasar de mujer también, muchas veces, violenta. Cercado o no cercado por el amor el reino de nuestro impulsos cada vez tenía más habitantes y anécdotas perversas que contar, hondos suspiros nos sacaban el disfraz recién comprado de la declaración de amor eterno de ojo a ojo, de pupila a pupila, de abrazo en forma de caracol, y aparecíamos desnudos con toda nuestra humanidad a cuestas… con toda nuestra pureza animal a cuestas, tantos años de evolución no son por las puras decían los pajaritos que miraban por la ventana el hecho del lecho. ¡Qué me importa si eres burgués recién llegado! ¡Qué te importa si me paso de lista para ser una señorita! Toda poesía termina donde nos encontramos.


La caja contenía el misterioso manjar del Viejo de la Montaña, el haschischs divino
corté un pedazo de la pasta y comí

Sí, había más al fin y al cabo, otras puertas, otras visiones y muchos maestros que llegarán escuetos hasta el cansancio y la decisión de dormir en el aprendizaje útil de los sueños. ¿Qué era esto? ¿Un camino de retorno? ¿Un agujero de cerradura al lugar de las esencias lleno de cucarachas? Una sonrisa que inmediatamente después se vuelve una sonrisa hacia abajo y luego hacia arriba y luego hacia abajo y así… ¡Qué tragicomedia, tan parecido a lo real humano! Después de pasarla muy bien dijiste que era una tragapersonas que toma ideas ajenas y se las pega al cuerpo como parches. A veces parches con nombres propios. Y que me presentaba a las reuniones sociales así, inundada, dejando muy apenas ver mis ojos. ¡Qué puedo decirte de mi esencia si ni tú, persona esencial, me puedes hablar acerca de la tuya! ¿Tengo que descontaminarme para re-descubrir quién soy? Eso no es posible, al menos para mí. Las decisiones tomadas, los libros leídos, las experiencias que ocurren tras tu voluntad apretando el botón “aquí”. Quitar. No quitar. Hacer de cuenta que quitas. Hacer de cuenta que no tienes nada que quitar. ¡No sabes cuánto deseo ser un huevo! …salvado de romperse por la agilidad de algún sujeto “buenamente constituido” y con ligereza de jinete.
Djolamaratta estaba siempre desnudo, porque Brahma no gusta de los atavíos, y porque el viejo fakir quería que el aliento formidable de la Gran Causa le penetrara libremente por todos los poros del cuerpo.
Quisiera hablarte de mi desnudez pero estoy cubierta de parches, aunque son lindos parches eh! como escapularios protectores casi beatificados en la religión del “dime quién soy”. Pero no te percataste de algo, de que pueden decirme lo que quieran y la que mueve afirmativa o negativamente la cabeza soy yo, en esencia. Una cosa es escuchar filosofías y otra es aceptarlas. Los accidentes siempre ocurren. El amo es el tiempo. La desnudez una gran amiga. La comodidad, la medida de todas las cosas. Finalmente, esa risa hacia abajo, hacia arriba, hacia abajo, hacia arriba, hacia abajo sin dejar de ser sonrisa… ¡eso!
"En la Naturaleza no hay fuerza detenida, ni impulsión perdida, ni energía esterilizada, porque todos es movimiento y transformación. Un movimiento de mi mano por ligero que sea, empuja y pone en movimiento las moléculas del aire que la rodea, a su vez éstas moléculas presionan a las siguientes, a las de la pared, a las que están al otro lado y así el movimiento va transmitiéndose de molécula en molécula a través de los obstáculos que se interpongan y continua por el éter a través de los cuerpos planetarios y siderales."
Es el siglo XX. Es el ánimo que gobierna. Es que soñé que me secuestrabas para torturarme por haberte dejado. Y que tenía que subir a un edificio circular para esconderme en el último piso donde se dictaba una cátedra de maestría. Me pidieron sacrificios, es muy difícil, pero los ofreceré. Mañana es sólo cuestión de tiempo. Y a todos nos gusta hablar de nuestras hiancias, como el día primero donde me dijiste que era azafata y tú un comensal al que le servía tallarines con la presa más grande. Quiero que me sirvas. Sírvete, sírvete de mí. Y así pasó. También me reúno a tomar cabezas de café con el encrespado en su taza. Reilón. O a despedirme de ese antiguo hijo del sol. Y mar, mucho mar movido, muchas olas. Extrañamiento de todo donde todo es posible, aquí mismo en estos reinos diarios. Me dices que soy vacío, te digo que sólo el vacío permite el movimiento. La búsqueda. Los niños muertos, la violencia, el poder, el ego, el alpinchismo, la belleza del sicópata, la aparente genialidad, la pose… naturaleza ajena que dice adiós…
-Mírame... Yo soy el Amor con todas las energías... yo soy la eterna pasión con todos sus misterios de placer y de vida. Yo soy el delirio loco del amor de las almas vibrando en los nervios más sutiles y en la más pequeña gota de sangre viva... Ámame, que yo soy el Supremo Espasmo, en la doble ventura de las almas y los cuerpos... Mírame, tal como en la aurora del mundo nací en el Egeo... ¡Yo soy la Forma Pura, la Belleza Inmortal!
La naturaleza, al final, manda. ¡Venus griega! Esa extraterrestre que viene a comerte los órganos enamorados, y a calmarte las lágrimas quitándose la piyama al costado tuyo. Durmiendo en calor de hogar solitario con infinitos gatos en mochilas, en bolsillos, en tierra o chillando para entrar, traspasar la puerta y entrar. Se vive bien digo yo. ¿Tú crees? Se vive muy bien. Cuando Jesucristo vio que la élite judía –religiosa- empezó a emparentar con el poder griego –con varios dioses, la sabiduría del beber y comer bien, la sensitividad primando y lo humano conjunto, pensamiento y órgano, lo femenino en valor–…Cuando Jesús vio esto, empezó a afinar el proceso de personificación demoniaca, nació Satanás para todos nosotros, rellenado de lo griego, desde entonces ser pobre es “bueno”. Entonces, lo malo y lo bueno ya no nos pertenecían sino que eran entes absolutos, ajenos, por quienes teníamos que optar. Como resto la misericordia, la gran revolución que nació de abajo para quedar depositada al final en un trono similar al que inició la revuelta (¡?). Y a empezar de nuevo la discusión muchos siglos después. En el siglo XX, esos entes han regresado con mucha fuerza y ya sin disfraz, con un rostro tan humano… tan humano… como tu rostro en el espejo.
Sus blancas vestiduras cayeron, y quedó ante mis ojos deslumbrados, desnuda, alba, sublime, triunfal...
Detenido en el medio de una avenida en doble sentido estabas tú. Esperando cruzar pero sin la espera en tu cara, bien podrías dar una media vuelta al detenerse el semáforo y sería lo mismo, absolutamente lo mismo. Así estabas. Viejo, muchas décadas después, siempre del mismo tamaño pero con más deudas en los surcos de tus ojos y mejillas, con la palidez hecha sombra. Te vi, ¿qué estarías recordando en ese tiempo detenido? ¿algo que distraiga? ¿algo agradable? Tal vez: sus blancas vestiduras cayeron…. Lo digo en palabras para convencerme: soy lo único bueno que has tenido en tu vida.
Estaba sentado junto a mi escritorio, tenía en las manos un rizo de los finos cabellos de Leticia
en frente de mí, el retrato al óleo de la implacable amada difunta, cuyo amor me perseguía hasta en mis ensueños. Allí estaba ella, la triunfadora anémica, la pálida e inolvidable, mirándome con esa mirada bondadosa y apacible de animal doméstico.
Con inocencia de animales. Cuando niños, con inocencia de animales, no fue más. Un juego de experiencias en la plenitud de quien descubre. Tal vez el secreto sea no pensar que ya lo sabes todo. Tal vez así la pureza… con pureza de animal que descubre todo los días. Agradeciendo la vida con la vida amor y muerte suenan tan a lo mismo en su tiempo cíclico. Cuando él vino a vivir a mi casa las gatas quedaron preñadas.


No hay comentarios: