lunes, 8 de septiembre de 2008

Hoy 02/12/2004

– Tres años después –

he empezado a imaginarla. Me saluda feliz, una mano en la cintura, la otra al lado de la cabeza en forma de saludo, o la usa para taparse esporádicamente del sol, este tibio sol que ha salido luego de tres días de relativo frío climático. Ha nacido de un largo estado de observación, los espejos fueron muy importantes para ello, pero también las personas, sus gestos y postura, conllevan a comparaciones y distinciones, básico básico. Lleva mi misma ropa y creo que siempre será así pues ella es yo misma, mi otra contenida en mí que por fin se ha independizado. ella camina por la calle mientras yo estoy sentada en el carro camino a casa. Va a mi ritmo, sin embargo, y su cansancio no existe, comparte su esencia. Ella es la que perdurará cuando yo desaparesca, no solo en muerte sino en presencia, si me voy o me pierdo ella os acompañará. No os preocupéis, sabe besar y también es apasionada. Solo hay un pequeño detalle: a pesar de que puedas querer a las dos al mismo tiempo, sólo una de ellas te acompañará a la vez, a menos que yo persista en mi enfermedad de callarme y encapsularme con la barrera jabonosa de las burbujas.


Es fácil que ya no te vea, rondando
mi espalda columpio de disfraces
deshaciendo flechas y espejos a las ubicaciones
ligeras, marcadas de negro y sus variantes descaradas
fácil es que no me vieras
siempre dentro de una interrupción porque
me hiciste quererte así
deseando con vehemencia voltear - virar - y verte
saltar sobre tus pantorrillas mi susurro
(nuestros) intercambios de camisa y corbata
dejando escándalos a nuestro paso
Y no puedo parar el borde del anillo
ni su piedra lunar, ni el coqueteo de las quijadas
ni el estremecimiento que por atrás se desprende
cuando piensas mi espinazo
porque te hice no quererme así
mostrándome sólo hormiga
sólo hormiga
con ansias de hallarse un lugar
entre el suelo y la zuela de tus zapatos

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